LAS ELECCIONES EN LOS EEUU Y LA PÉRDIDA DE LA HEGEMONÍA DEL IMPERIALISMO León Cristalli 5 de noviembre 2020

Fuente: Rusia Today
Facsimil libros editados por la Fundación J.Posadas Internacional durante 2016/17 sobre Trump y la crisis en EE.UU.

Mientras el curso revolucionario de la historia madura y se robustece en su estructura con el progreso social de la humanidad poniéndose de acuerdo consigo misma, la actual situación de indefinición “electoral” en los EE.UU. expresa la crisis mundial sistema capitalista como la pérdida de la hegemonía de su etapa imperialista. Lo que se está desenvolviendo en los EE.UU. es una forma atenuada pero vigente de una guerra civil de la población de los EE.UU. contra un sistema que le ha expropiado despiadadamente sus derechos civiles y humanos negando todo aquello del sueño americano con que se desplegó en el Siglo XIX el sistema por esa gran nación. Pero es también un curso que pone en el eje de la discusión de a dónde va la humanidad concentrando porque en su disgregación interior expresa un final de las sociedades y sistemas económicos anteriores basado en la explotación del ser humano que en la historia hace a toda las estructura del origen de la propiedad privada de los medios de producción y distribución.

Hay que tomar esta crisis socio política en los EE.UU. como un curso universal de lo que recorre las venas y arterias del sistema mundial capitalista y que condiciones propias de ser este país la cabeza mundial del sistema se expresa también concentradamente. El problema no es el proyecto nacional burgués imperialista de Donald Trump (1) o el programa seudo demócrata de Joe Biden en cuyo caparazón esconde a oscuros  personajes como Hilary Clinton, sino a cómo la pérdida de la hegemonía mundial por el imperialismo lo desarma internamente en una guerra electoral que de hecho pasa a ser civil por las fuerzas que se movilizan y pueden estallar o no, pero en un curso irreversible porque hace al proceso mundial del sinceramiento y progreso de la historia.  

DE LA LUCHA ELECTORAL A LA CRISIS DEL SISTEMA EN LOS EE.UU.

Hay una condición nueva en el desarrollo de la historia de la lucha de clases que es su alianza objetiva con la rebelión de las fuerzas productivas este proceso mundial en los EE.UU. se expresa en la dirección política y económico militar del sistema porque no pudiendo impedir que se introduzca en la vida de los EE.UU. ella genera por sí misma condiciones que elevan las contradicciones naturales del sistema capitalista y lo sinceran en las corrientes opuestas que asume el Partido Republicano con Donald Trump a la cabeza como en el sector conservador y fusionado financieramente al Wall Street del partido Demócrata de Joe Biden. Siendo parte ambos del mismo pensamiento imperialista de la función de los EE.UU. como nación “mundial” bajos sus gobiernos y del cual el pueblo de los EE.UU. tiene poco y nada que ver como lo muestra cuando ha podido expresarse en contra de las guerras e invasiones que los EE.UU. en su nombre ha efectuado en Vietnam, Irak, Libia, Cuba, etc., pasando por sobre la dictadura imperialista. En lo estructural de los partidos republicano y demócrata no hay diferencias políticas sustanciales sino de intereses representativos de las corrientes internas del sistema capitalista, porque sí coinciden en lo esencial en la función de intentar el “control del planeta” como fuerza superior en todos los aspectos y sentidos. Esa es la interpretación de la democracia norteamericana que hace Trump y Biden que son del mismo pensamiento y acción imperialistas, de una Latinoamérica como “patio trasero de los EE.UU.”, condición del primero éste prioriza el mercado productor interno queriendo volver al desarrollo industrial de la potencia mundial que fue y parcialmente es los EE.UU.  y su potencialidad industrial parcialmente perdida de cara a China, Europa y la Rusia de base soviética actual con Vladimir Putin. Y a ese sector que necesitó en 2016 apoyarse electoralmente en la clase trabajadora de la ciudad y el campo para alcanzar la Casa Blanca de gobierno, hoy se ha enfrentado a la contradicción social que una parte importante del pueblo de los Estados Unidos, en particular de su juventud, la clase media y pobre de las ciudades ha evolucionado revolucionariamente utilizando el arma electoral a través de los demócratas para luchar por el sinceramiento democrático en los EE.UU. Por ello en los demócratas aparecen con fuerza muy grande las corrientes “socialistas a lo estadounidense” como con  Bernie Sanders que finalmente son una mezcla simbiótica como contradictoria de los orígenes del Partido Demócrata-Republicano de Thomas Jefferson en 1792, que proclamaba una sociedad que tanto aceptaba someter al ser humano de piel negra como esclavo, el laicismo cristiano, como formas libertarias anarquistas desde el estado en construcción aunque en la actualidad por el desarrollo del capitalismo esta línea política haya sido liquidada.

Entonces en este actual enfrentamiento electoral lo que aflora es la crisis política y económica de intereses inmediatos contrapuestos pero que no se niegan estructuralmente porque tienen la misma base y fin filosófico de sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción, que hace a la dominación de cualquier sociedad, pero que ahora es un proceso que a pesar de esos intereses contrapuestos destapa la olla de la crisis que vive los EE.UU. que a fines del siglo XX lanzó y apañó la idea del “fin de las ideologías y la historia” o el triunfo del sistema capitalista sobre el socialismo. Que contaba con la desaparición de la URSS y el campo mal llamado socialista, que se preparaba para festejar la sociedad dividida en clases en forma permanente y debió rebobinar políticas e ideas y ver que la realidad iba en sentido contrario a lo que ellos preveían. Porque los pueblos con su lucha diaria, como el soviético y chino, mucho más allá de la política atrasada de la “resistencia del esclavo”, fue reconstruyendo el tejido social de la lucha de clases mundialmente y esta encuentra en su alianza objetiva con la rebelión de las fuerzas productivas (2) la salida “por arriba de la etapa”. Condición de la cual la actual situación de los EE.UU. sea cual fuere lo que finalmente suceda allí.

EE.UU. ETAPA EN TIEMPO Y ESPACIO DEL SINCERAMIENTO DE LA HISTORIA:

Comprender la génesis de este proceso en los EE.UU. pero también en la Europa en crisis por el Covid19 que les destapó la olla de los antagonismos internos de la UE y el poder de los Merkel, Macron, Boris Johnson, etc., que hacen políticas asistencialistas estatales, con olor a un papel revolucionario del estado pero para intentar salvar al sistema capitalista, o en América latina, Medio Oriente y su permanente crisis social y política, es fundamental para poder no solo “interpretarla en su justa dimensión y proyección” sino para intervenir en ella como factor social de progreso con la intervención de los pueblos, como lo hacen parcialmente ahora en el mismo EE.UU. en la defensa de sus conquistas del nivel de vida, los derechos humanos y raciales, y que aparece como condición que parece ser ignorada por las direcciones del campo revolucionario, partidos obreros, sindicatos y movimientos sociales sin ver que es por allí donde dialécticamente se expresa la luchas de los pueblos en todo el planeta. Como en Argentina con el triunfo electoral del “Frente de Todos” con Alberto y Cristina al gobierno en octubre del 2019 que conmovieron al sistema que creíase dueño de un poder social realmente inexistente y recibió un golpe de “furca”  legitimo en su intención y derrotando a la alianza más criminal económicamente como la de la mafia macrista y apoyada por el imperialismo y el FMI, y antes en México con la reanimación de “la revolución interrumpida”, como calificó en 1962 J. Posadas al curso de México y ahora con Andrés Manuel López Obrador, y recientemente en Bolivia derrotando al criminal golpe de estado que derrocó al gobierno constitucional de Evo Morales y el MAS,  efectuado por una pequeña fracción de la sociedad que no es más del 25%, y que ahora en 11 meses no solo vuelve el MAS al gobierno sino que éste curso deberá necesariamente sacar experiencia de cómo, cuándo y dónde profundizar su revolución en camino al “socialismo” que propone el compañero Luis Arce, apoyado por los sindicatos, la C.O.B., los movimientos campesinos, y una gran parte de la clase media. En Cuba y Venezuela , Nicaragua sosteniendo sus revoluciones, o en Uruguay manteniéndose con el Frente Amplio con el 65% electoral como la fuerza política central del país, o en Chile donde el 80% votó y liquidó, por ahora electoralmente, a la continuación de cualquier forma del pinochetismo y una nueva Constitución con delegados directos del pueblo.

No ver que esto se expresa también en esta crisis política con posibilidad real de transformarse en social en los EE.UU. es no comprender el curso del proceso histórico, o como dicen los filósofos griegos “ver el árbol y no el bosque que está detrás”. Ello se puede ver sencillamente en el rutinarismo de su actuar, de encarar los problemas de la sociedad a la que reconocen en “crisis” pero en general sin ver que ya se han INCORPORADO ELEMENTOS NUEVOS QUE DETERMINAN EL ACCIONAR DEL CURSO EN GENERAL Y EN PARTICULAR como en el proceso de regeneración parcial en la Rusia de base soviética, en China Popular y aún en Cuba, Nicaragua, Venezuela y recientemente explotada en Bolivia. Encarar desde este plano que es lo particular de lo general, nos permite plantear las condiciones y tareas que de ello se desprenden como en la necesidad urgente para elevar la lucha social al menor costo posible al mismo tiempo que dar la confianza en las direcciones, y la base social en cada lugar, de que el curso en pleno desarrollo no es “tradicional”, rudimentario, similar a otras etapas de la humanidad en su historia. Estas elecciones en los EE.UU. después de los 4 años de Donald Trump, siga o pierda, no son las mismas condiciones de 2016 en general y particular.

Plantearse el sentido nuevo de esta crisis es porque no es similar a lo de Bush, Gore o Trump antes, por las condiciones de deterioro de la autoridad mundial del sistema, del avance de la PÉRDIDA DE LA HEGEMONÍA DEL CAPITALISMO SOBRE AMPLIAS CAPAS DE LA POBLACIÓN MUNDIAL, más la condición electoral del curso en los EE.UU. y las perspectivas que se desenvuelven en los EE.UU. y el mundo de acuerdo a esta realidad.

Las elecciones en los EE.UU. siempre han sido la expresión social concreta  de cómo en el país en que se desenvolvieron luchas sociales, sindicales y políticas importantes durante fines del siglo XIX, entre ellas que significaron la lucha por las 8 horas, el Primero de Mayo, etc., los procesos electorales fueron desvestidos de toda proyección del poder de la clase trabajadora y que ahora sí está avanzando retomando las mejores experiencias de un sector de la población como antes acerca del rechazo a la guerra del Vietnam.  

Un proceso que se da en particular en la juventud que plantea un “Socialismo a lo EE.UU.” eliminando el anterior curso de la democracia vigilada y controlada por el sistema y que las direcciones sindicales, políticas de Demócratas y Republicanos concentraron en sentido opuesto a lo que significaba progreso de la organización política, sindical y social del proletariado de los EE.UU. en particular  al mismo tiempo que el sistema fue cediendo en conquistas para la fuerza del trabajo y el nivel de vida, como logró hacerlo D. Trump bajando la desocupación y elevando el nivel de ingreso económico en general del pueblo pero a su vez concentrándose en la dirección financiera imperialista bajo la dirección de las 7 hermanas o empresas trasnacionales que dominaron con su acción mundial la esencia del sistema capitalista.

De ello los partidos, Demócrata y Republicano,  fueron construidos en ese sentido con la ausencia de participación electoral de la población de los EE.UU. en que ésta no ve ni siente realmente que a través de las elecciones la clase trabajadora  podría resolver los problemas del país mucho más allá de lo que podía darse como conquistas en el nivel de vida y al mismo tiempo sostener una desocupación sistémica que le permitía el imperialismo negociar con la fuerza del trabajo imponiendo sindicatos reducidos en su función y parte de la distribución socio política interna.

Por eso es que el proceso se concentra en dos partidos de una misma razón de poder del sistema después de la guerra civil y el triunfo de la economía capitalista en la búsqueda de su desarrollo industrial burgués y de su condición de ser al mismo tiempo que una potencia mundial, en particular después de la II Guerra Mundial, y eje del sistema, la nación sobre la que recaen siempre todas las contradicciones del sistema capitalista, en su etapa de esplendor o desarrollo de hace un siglo y poco -como analizaron Marx y Engels allá por 1868-  a la de ser con su dirección a la cabeza el eje imperialista y centro más profundo de las contradicciones ya desenvueltas en antagonistas al funcionamiento social del sistema capitalista en su  inevitable (previsto por Lenin) estado imperialista. Donald Trump expresó y dejó en claro con su irrupción, mucho más allá que de su persona en particular, que él es una forma de reaccionar del sistema para sobrevivir, que esas contradicciones necesitaban una cabeza para rebobinar el curso o barajar las cartas y dar de nuevo en una condición que es nueva en su funcionamiento.

 

Como esas condiciones nuevas que ya no estaban solo en la Lucha de Clases sino extendidas en su objetiva unión con la Rebelión de las Fuerzas Productivas.

 

Condición en que se expresó más claramente en el “sinceramiento del curso histórico” en las relaciones de la clase explotada y la explotadora en sus distintas expresiones nacionales y mundiales, como hemos expuesto antes.

El gobierno de Donald Trump ha sido eso en sus 4 años de gestión una permanente contradicción entre sus acciones políticas y también en sus debilidades político económicas, como la de apoyar a un Macri y Bolsonaro, que eran en América latina personajes políticos desahuciados de una perspectiva de estabilidad del sistema, justamente en contra de lo que Trump expresaba internamente en los EEUU para intentar afianzarlo buscando volver “al sueño americano” basado en el desarrollo de 1868 en adelante. Las contradicciones en la lucha intestinas del sistema se cotizan alto y pagan muy duramente. Los asesinatos de presidentes, parlamentarios, gobernadores, políticos, dirigentes sindicales en los EE.UU. en su historia nos hablan de una democracia basada en la dictadura del poder económico y finalmente financiero como el de Wall Street.

 

Lo que se está desenvolviendo en las elecciones de los EEUU no es un PROBLEMA NACIONAL o reducido a un país sino una CONSECUENCIA DE LAS RELACIONES MUNDIALES DE LA CRISIS DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA EN SU ESTADO IMPERIALISTA.

 

No es un problema de MAS O MENOS DEMOCRACIA, que en la realidad nunca la tuvo el pueblo norteamericano en los EE.UU. sino de cómo la lucha mundial de clases aliada objetiva de la rebelión de las fuerzas productivas hace estallar todos los intentos de estabilidad necesaria para una posible sobrevivencia del sistema capitalista mundial. Que en las grandes burguesías europeas esto se expresa en la decadencia de la política neoliberal, al mismo tiempo que sostenida por todos los gobiernos, y que deben volverse en contra de lo que ellas mismas –como previó J.Posadas-, había organizado a través de la UE. Que era la forma de concentración del capital por sobre las burguesías menores y tender desde allí una dirección política única para intentar someter a la lucha de clases. Todo ello estallado, o adelantado en el tiempo y espacio, por la aparición del Covid19 y sus consecuencias con la Pandemia, que venga de donde venga, NO LE SIRVIÓ AL CAPITALISMO MUNDIAL y por ello lejos está de ser una “política global organizada de dominación por una fuerza del sistema” con que un sector honesto incluso de las direcciones creyeron ver en el Covid19. Por eso, nosotros planteamos que el Covid19 y la crisis del sistema capitalista tienen una misma base en la desintegración de toda una era de la sociedad dividida en clases. Que no es ni se produce en las mismas condiciones históricas que la peste de la fiebre española a principios del siglo XX. Y que ella además en esa etapa nada tuvo que ver con el triunfo de la Revolución Rusa y el primer Poder Soviético de la historia. Mientras que ahora en el Siglo XXI sí se están dando las condiciones de crisis mundial del sistema, ya no en guerras interimperialistas (como previeron Lenin y Trotski) sino en la desintegración interior del sistema porque a la lucha de clases se incorporó -y sin pedir permiso alguno y con una fuerza imparable-, la REBELIÓN DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS que está en la raíz de la crisis en los EEUU a la que estamos viendo y asistiendo. Donald Trump se propuso cambiar esa relación asimétrica de ser los EE.UU. el sistema mundial del capital imperialista a través de sus organismos, entre ellos el, F.M.I. y desde el Wall Street, para darle funcionamiento a esa base social altamente tecnologizada con un poder productivo inmenso, que las trasnacionales financieras por la lógica del capital en invertir allí donde las condiciones les son más favorables y los riesgos menores dejó a una parte del pueblo norteamericano productor, del campo y las ciudades, en el aire. Trump allí creció no por capacidad propia sino por condiciones objetivas de la crisis mundial del sistema y la pérdida de la hegemonía imperialista de los EE.UU.

Esta elección en los EE.UU. basada en la “democracia burguesa” que mantiene todas las aberraciones como son que un “colegio electoral” reparte delegados electorales no de acuerdo el peso social y/o número de electores sino de los acuerdos previos que convienen a los dos partidos, Demócrata y Republicano, en una alianza objetiva de intereses comunes porque ambos representan los mismos INTERESES DE CLASE más allá de sus controversias concentradas en la economía y su distribución.

Donald Trump vino a querer cambiar esa relación apoyándose en una capa social empobrecida por la crisis pero que luchaba por sostenerse como parte de la producción industrial en las grandes ciudades y también en el campo, que compiten con la clase media citadina que tiene construida su vida en un “confort” del que no gozan esos millones de trabajadores asalariados que veían que en la cibernética se desenvolvía un enemigo del valor de su fuerza del trabajo. Aquello que desde 1988 analizamos en varios trabajos como la “etapa del desarrollo tecnológico que utilizando la cibernética iba robotizando la producción y productividad en menos manos, y más especializadas, del sistema capitalista imperialista, para apropiarse de la PLUS VALÍA en forma  CONCENTRADA”, es decir que la fuerza del trabajo en forma individual produce muchísimo más que en el número de productores sin los mismos costos que se reducen y al mismo tiempo quiere impedir que la lucha de clases intervenga en ello.

Entonces el fondo de la cuestión no es el problema “electoral” de Republicanos o Demócratas – de Burros o Elefantes-, sino de cómo va a intentar la clase dirigente de la burguesía norteamericana el desarrollo de los EEUU de cara a la Rebelión de las Fuerzas Productivas.

Donald Trump quiere domar al curso de crisis y recesión en que los EEUU habían entrado porque el aparato financiero del sistema decidió la “globalización mundial productiva”, es decir eliminar la base social productiva interna. El trabajo norteamericano era liquidado por otro a bajo costo en cualquier parte del mundo, cosa que ha aprovechado beneficiándose en China la política aperturista al sistema capitalista de inversiones trasnacionales bajo la dirección del anti Mao de Deng Xiaoping, pero en desmedro de la economía productiva interior en los EE.UU. y que ahora es el fondo de la cuestión llamada enfrentamiento económico entre EE.UU. y China Popular que bajo la dirección de Xi Jimping ha planteado la vuelta al marxismo en China.

Donald Trump desarrolló una política basada en el mercado interno como dándole un crecimiento de la economía interior bajando la desocupación laboral a menos del 5%, y elevando el nivel de vida de las clases medias y populares, más allá de que también se concentró económicamente en las 7 hermanas  por sobre el desarrollo imperialista del sistema, que suman a las petroleras, los laboratorios, el acero, la industria militar, etc., pero en la que el poder financiero decide a través del Wall Street que obra como gobierno por sobre los gobiernos, apoyados en el Pentágono y el aparato militar industrial. Por eso dijo Trump que “ellos están en mi contra, pero los soldados están conmigo” que es una parodia acerca de un  apoyo popular que electoralmente lo tuvo y se va a sostener en parte de la clase obrera norteamericana que vio en su política la posibilidad de volver a tener un papel central en el desarrollo de la economía productiva y no la financiera del cual proviene y está muy ligado Joe Biden.

El factor social, no solo el electoral, está interviniendo en este curso de manera determinante en la política de ambos partidos.

 

La clase trabajadora, clase media, intelectuales, artistas etc. aparecen divididos en el apoyo a Trump o Biden, porque no existe en los EEUU un partido de la clase trabajadora, y los sindicatos han sido dominados por las mafias burocráticas.

 

Pero lo que no hace a la organización concreta pasa a ser lo objetivo del curso subjetivo, porque la política de Trump de radicalización a la derecha, de violación de derechos raciales, asesinatos, estimular las “bandas militarizadas” etc., ha horadado su política y beneficia a este oligarca Joe Biden que representando los mismos intereses históricos de la clase dominante en los EE.UU. se da el lujo hasta de aparecer democrático ante Cuba y Venezuela, (razón por la que la gusanera cubana y venezolana en Miami votó cerradamente a favor de Donald Trump), pero que tiene en la Hilary Clinton a una asesina de Gadafi, intento de Invasión a Siria y desarrollo del terrorismo Islámico, etc. La política del partido Demócrata ni siquiera tiene una relación con su origen allá en que se estaba construyendo los EE.UU. con Jefferson y otros precursores del sistema.

Nosotros vemos que ante la imposibilidad real del pueblo norteamericano de poder intervenir con independencia de clase, la actual crisis electoral (sea quien sea el presidente electo por estas vías) no se va a resolver por la intervención de la sociedad norteamericana en mayoría (por más que haya aumentado notablemente la participación electoral, dado que no es obligatorio votar electoralmente), porque la condición actual no es parcial siglo global.

 

El  fondo no pasa por la decisión social del pueblo norteamericano sino por la lucha interior del sistema capitalista imperialista que se retuerce como víbora ciega ante el enemigo que se desarrolla por todo el planeta y genera la crisis que no puede dominar o ser resuelta incluso con una “guerra atómica” que sigue estando en el temario del imperialismo.

 

Pero al mismo tiempo estas elecciones y lo que queda explicito es que la “democracia guardiana de la democracia burguesa imperialista en el mundo” está herida de muerte una vez más como cuando los asesinatos de presidentes, senadores, etc. tan común en los EE.UU. y que la historia del sistema olvida siempre de recordar.

Nosotros debemos abrir una amplia discusión acerca del porqué se da este proceso en los EE.UU. y cuando en la forma o lo formal no existe la URSS y el campo socialista. Cuando los problemas de la construcción de una Internacional Comunista, que discuta y proponga un política y programa para salir de esta crisis, que también se da en la Covid19 y la Pandemia mundial y cómo enfrentarla, al mismo tiempo que disgrega al sistema muestra sus debilidades y la humanidad aun no alcanza a dar una salida progresistamente revolucionaria. Porque cuando la primer ministro Merkel en Alemania asume posiciones lógicas en la economía y hace jugar al Estado un papel revolucionario, y le siguen con intervención estatal multi billonaria en Francia. Bélgica, Inglaterra, etc. en momentos en que el sistema imperialista mundial debería concentrar el capital por sobre la sociedad, nos muestra no solo la complejidad de la crisis del sistema sino lo que de ella aflora raudamente.

 

Y esto es, en nuestra opinión, la necesidad de discutir el papel de LOS ESTADOS, PARTIDOS, SINDICATOS, ORGANIZACIONES SOCIALES, CULTURALES, PROFESIONALES, etc., para salir POR ARRIBA DE LA CRISIS en el camino de discutir CÓMO CONSTRUIR LA NUEVA SOCIEDAD.

 

Don León Trotski dio en el Programa de Transición las bases concretas para poder intervenir. Como Lenin analizó en el Estado y la Revolución el papel del Estado. Entonces nuestras y todas las  audiciones, conferencias, charlas, nuestra prensa y la de los movimientos nacionalistas antiimperialistas en el mundo deben avanzar sobre esta combinada situación en que el curso revolucionario objetivo en la sociedad y el método y sistema productivo concentrado le plantea a la humanidad un SALTO CUALITATIVO DIALÉCTICO, y que para ello están todas las condiciones. Como lo muestra el papel de China Estado Obrero sui géneris, Rusia de Base Soviética, Cuba, Vietnam, Venezuela, Argentina, México, Bolivia, y el curso de Europa que vive el sinceramiento de una parte de su población estimulada por el individualismo feroz del sistema y que ahora la relega a una II vuelta del Covid19 pero del cual también la humanidad está aprendiendo, como en América latina, a vivir y salir por arriba también en lo sanitario como nosotros pronto con la vacuna Rusoviética.

En los libros “Trump es la crisis de los EEUU en un mundo en revolución” tomos  I y II, nosotros ya avanzamos pensamientos que ahora no creemos necesario repetir. Que gane este Biden o vuelva hacerlo Trump lo único que queda claro es que hay un proceso revolucionario socialmente en los EE.UU. que revienta en esta lucha inter burguesa y que  el imperialismo ya no puede ocultar. Que el recuerdo de las luchas contra la Guerra de Vietnam, el movimiento de los Hippies, etc., está vivo en el pueblo de los EE.UU. y que la crisis es del sistema no de la población.

La lucha racial, la intervención de los residentes latinos que trabajan -en particular mexicanos, salvadoreños, etc., que nada tienen que ver con la gusanera cubana-venezolana que vegeta en Miami-, se está y va a expresar cualquiera sea la salida que esta crisis tenga. El mismo poder legislativo, cámara de representantes o senadores del gobierno de los EE.UU. está dividida y serán un circo de discusión pero no de solución real a la crisis porque ésta es estructural como lo mostró

 

La errante política exterior de Trump que tanto anunciaba “guerra total” como iba a Corea del Norte a reunirse con la dirección comunista del Estado Obrero sui géneris. Que anunció durante 4 años la invasión a Venezuela y siempre naufragó en acciones casi ridículas o abortados hechos terroristas. Pero que sí respaldó a Macri y Bolsonaro mostrando su verdadera razón política y objetivos sociales.

 

Este Biden es un político de centro derecha  a su vez que una parte de la prensa y las direcciones en el mundo lo presentan o ven como de “centro izquierda” porque lo apoyó el dirigente y senador Demócrata,  Bernie Sanders, que sí lleva una política más lógica a los orígenes de su partido, y así lo ven o sienten una capa de las clases medias de los EEUU y América latina; la europea se siente muy por arriba de la población estadounidense en general y no juzga pero en realidad al contrario de lo que piensan y quieren ver -como pasó con Obama-, estos personajes no son más que marionetas de las fuerzas interiores del sistema que responde, como lo hizo durante 4 años Donald Trump en su política exterior que es lo que hace su continuidad en el Departamento de Estado de los EE.UU. sea para poder desenvolver hacía adentro el objetivo central de su política que era rejuvenecer el capitalismo a sus orígenes industrialista. Por lo tanto la política de Biden deberá ser de confrontación con los movimientos nacionalistas antiimperialistas -que hoy devienen por necesidad propia en anticapitalistas-, pero para ello deberá proponer otra forma menos histriónica de hacer política como lo que hizo Trump durante 4 años, o si sigue.

Nosotros creemos y  debemos plantear esta discusión que va al grano profundo de la actual crisis del mundo capitalista y cómo ello repercute en la vida de miles de millones de seres humanos que se ven encerrados en esta condición de crisis social y económica que el sistema busca hacer pagar para salir de su crisis mundial por abajo, es decir aplicando a la fuerza del trabajo el golpe económico y social que le produce la rebelión de las fuerzas productivas. Ello se ve claramente en lo que representan ambos candidatos en estas elecciones en los EE.UU. Mientras que Donald Trump plantea volver a los orígenes a costa de sangre, sudor y lágrimas, Biden busca un apoyo de la clase media para tratar de estabilizar la crisis que devora desde su interior, no a EE.UU. en particular sino a la existencia del sistema. Una condición que del cual ya es parte indivisible la Revolución China, el curso desigual y combinado de la regeneración parcial en Rusia de base social soviética, Cuba, el curso en México, Argentina, Bolivia, etcétera. Y allí se une a la Pandemia con el Covid19, que hace aparecer en la superficie toda la gangrena que encierra la vida actual del sistema capitalista, y en la cual el imperialismo ha perdido la “hegemonía” ante una parte de la sociedad y de las burguesías del mundo.

Esto es lo que plantea las relaciones mundiales de la sociedad humana, sus contradicciones que ya como en varias parte del planeta pasan a ser antagónicas a la vida, la existencia de la naturaleza. En ellos Donald Trump o Joe Biden como seres humanos tienen mucho que explicar y muy poco para con sus políticas resolver, eso lo hará pronto, históricamente, el pueblo norteamericano.                                                                        L. C. – 5 de noviembre de 2020

 

  • Ver libros “Trump es la crisis de los EE.UU. en un mundo en revolución” Tomo I, Nov. De 2016. Y Tomo II, marzo de 2017. Ediciones: Fundación J.Posadas Internacional
  • Carlos Marx y Federico Engels: Manifiesto comunista 1848.

 

 

 

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