La Ley de prensa y su discusión profundizan el curso social revolucionario del país
Lejos, muy lejos, de retroceder o desfigurarse después de las elecciones del 28 de junio, el curso de ascenso revolucionario en lo profundo del proceso -por ahora transitorio- de cambios en la economía y la sociedad, el país va reordenando una política necesaria. Ella viene desigual y combinadamente, con avances profundos que abren puertas afirmando lo alcanzado y, contradictoriamente, manteniéndose estructuras que necesariamente son imprescindibles de enterrar para poder ir al fondo de la cuestión que hace a la redistribución equitativa de la renta nacional y del mismo sentido social de la propiedad.
Estas contradicciones, o desigualdades en la política del gobierno, a su vez permiten aflorar a la necesidad de profundizar el programa de desarrollo dentro de la política nacional y popular del actual proyecto, dejando claro que su propio sostenimiento en la fase primera y actual, es entrar en la fase revolucionaria.
Este curso ha sido interpretado por la derecha y el imperialismo con mucha claridad. Ellos no creen en las buenas intenciones de una política de mejorar el sistema como forma de sostenerlo. No creen en -porque realmente no existe-, un capitalismo o imperialismo bueno, sino en una clase que, basada en la economía del mercado, pueda aplicar la política liberal del individualismo feroz que es la fase superior, y final al mismo tiempo, del sistema capitalista. Por esta razón, en la época de la decadencia burguesa se les cierra a la cultura, los artistas, todas las fuentes verdaderas de inspiración ahogándolas con el individualismo, como analiza J. Plejanov.
El criterio común y la ley de prensa tienen una raíz propia en la formación social. Los progresos de la informática son indivisibles del desarrollo económico y cultural de los pueblos. Así como la educación la tiene como formador de criterios y el llamado “sentido común”. Los medios y su penetración audiovisual en el individuo tienen un “sentido común” usado por el sistema como formador de una Ética, nunca escrita, escondiendo el verdadero fondo de la cuestión, que es la moral social. Las telenovelas, el deporte, los show mediáticos son instrumentos valiosos para la economía de mercado. La difusión, o el ocultamiento, de la información, está ligado directamente a las necesidades del mercado capitalista, no de la necesidad social de la población.
El control de los medios de difusión e información está asociado a las necesidades del poder del sistema. No siendo solo un problema de negocios con jugosa ganancia económica sino política y de intervención en el imaginario social. Es la formación permanente, aun desde lo que puede aparecer como pequeñas cosas, del criterio social. Ya no es la escuela y la universidad desde donde se sienta el precedente de qué cosa es juzgada socialmente realidad de la vida. No pasa por la instrucción cultural académica la necesidad del sistema, sino por la intervención diaria, minuto a minuto, por los medios audiovisuales y la prensa escrita. Por ello se regalan diarios, pero no libros, que siempre tienen un basamento estructural que hace a una interpretación filosófica de la existencia; aun los que no sirvan al progreso deben partir de polemizar en ese curso y nivel. La prensa diaria, la TV y las radios pueden darse, y se dan, licencias para bajar ex-profeso el nivel cultural de la información y una desfiguración de la necesaria distracción y descanso del ser humano.
La previa discusión que se ha realizado nacionalmente en cientos de foros de la propuesta del Ejecutivo de la Ley de Medios audiovisuales basada en los “21 puntos” surgidos de los profesionales y los que se interesaron por el tema, es una forma de incorporar a sectores postergados y antes nunca consultados de la sociedad sobre algo que es vital a su desarrollo. Siempre se ha ocultado bajo el prurito de una necesaria “especificidad profesional” algo que hace al conjunto de la sociedad, dejando así en manos de los monopolios económicos, más allá del gran negocio de la información y el marketing, la formación de la llamada “ética” periodística y la función del informador como ente supra sociedad, abandonando así toda moral en la función. Por el contrario, ha sido esta necesidad de “informar-transmitir” lo que ha desenvuelto la experiencia universal del pensamiento humano. La primera tarea del ser ha sido transmitir vivencias y experiencias como medio de desarrollo y formación de la estructura social en construcción permanente. Es desde todo punto de vista la “profesión” más antigua de la historia de la civilización humana y la que ha permitido, en la transmisión de las ideas, los avances como género.
La necesidad de que toda la sociedad se incorpore a esta discusión pública de la Ley de medios audiovisuales, está entonces absolutamente fusionada revolucionariamente a otras medidas, como la estatización de las AFJP, Aerolíneas Argentinas, el apoyo a las cooperativas de producción y servicios, la transmisión en canales abiertos de aire y cable de los partidos de fútbol, o una política exterior no sujeta al FMI, el BM o el imperialismo y por el contrario basada en la Integración Regional, el UNASUR, etc.
El problema de la discusión en el Congreso de la República de la nueva Ley SCA, de prensa y medios audiovisuales, no pasa por la parte estrictamente técnica sino por la política que se quiere avanzar con una nueva Ley, que sea antítesis de la que dictó la dictadura, sea expresión de la necesidad en permanente evolución del ser humano y la cultura que éste genera. Lo que va contra la economía del libre mercado que lo que busca es mantenerla sujeta a las necesidad de la propiedad y su concentración capitalista. Por esta razón, y en la forma transitoria de la distribución en tres parte iguales de los derechos, el privado, el estatal y el comunitario en todas sus formas, es un progreso que choca abiertamente contra los planes de la oposición política y sus escuálidas fuerzas sociales, porque esta discusión está destapando toda una serie de otros problemas necesarios de abordar, y de los cuales la prensa en todas sus formas es parte estructural indivisible. Los monopolios no son una invención nacional sino una necesidad del sistema capitalista en cualquier parte, tanto como para el gremio de trabajadores de prensa es continua la lucha por vivir y trabajar en forma independiente del sistema. Y por ello su función social es de primera magnitud.
LA FORMACIÓN DEL CRITERIO Y EL VALOR DE LA PRENSA INFORMATIVA
Hoy la prensa en los medios audiovisuales es la gran universidad del sistema capitalista, individualista feroz. Estimula el “éxito” individual como el eje del ser humano, y no como parte de un colectivo necesario a la naturaleza. Genera permanentemente la idea de que hay que combatir al otro, y las guerras son invención de la sociedad de clases, la feudal, la capitalista, son inherentes a la propiedad privada de los medios de vida. Y es por ello que forma criterios y genera lo que luego se toma como referente social “el sentido común”, sin buscar en cómo y cuándo se genera ese llamado “Sentido Común”. El control de los medios de prensa no es cuestión menor dentro de la sociedad capitalista, porque necesita poner en la sociedad su concepción de la vida como formador de opinión. No es lo mismo informar de un “accidente” sin expresar el por qué de él. Como no es lo mismo partir de un espíritu critico sin ser autocrítico. No es lo mismo informar de los problemas de abastecimiento en Cuba revolucionaria, sin decir que está bloqueada económicamente desde hace casi 50 años por el imperialismo. Como tampoco lo es, cuando un país subdesarrollado entra en una crisis económica terminal del neoliberalismo -caso Argentina en el 2001-, sin informar que es producto de esa política y no del pueblo trabajador en todos sus estamentos.
Es necesario el papel del ESTADO en forma transitoria, como referente de la construcción de una nueva sociedad, como al mismo tiempo de TODA LA SOCIEDAD Y SUS DISTINTAS ORGANIZACIONES. Nadie puede quedar afuera de esta necesaria discusión social de la nueva Ley de Prensa, pero ya no para que sea sancionada, sino PARA SU APLICACIÓN. Que ese 33% se vaya concretando en todos con la intervención de los medios sociales, sindicales, políticos del campo popular y revolucionario.
LA REVOLUCIÓN TUPACAMARISTA EN PERÚ Y LOS MEDIOS DE PRENSA DE LA OLIGARQUÍA
La revolución nacionalista antiimperialista en Perú, en la forma desapareció de la superficie hace muchos años. Su contención fue producto de una serie de acontecimiento internos, pero fundamentalmente externos, el principal la aplicación del llamado después “Consenso de Washington” como política estratégica del imperialismo para aplicar los programas neoliberales con que lograr desarmar la corriente nacionalista dentro de los propios sectores del capitalismo, y el crecimiento de la burguesía como referente histórico, y que este proceso no fuera en el camino del antiimperialismo y el socialismo, como en el Perú con Velasco Alvarado, J.J. Torres en Bolivia, S. Allende en Chile, Cámpora en Argentina, Gutiérrez Lara en Ecuador, etc.
En el primordial tema de los medios de comunicación, la expropiación (con pago) de la prensa escrita, y algunas radios y canal de TV de aire, en perspectiva que hace el gobierno revolucionario de Juan Velasco Alvarado, poniéndolos en manos de las organizaciones culturales, sociales, sindicatos y el Estado Nacional, era una medida trascendental porque liquidaba el control mediático, no solo como fuente opositora contrarrevolucionaria, sino formador del llamado “sentido común”, que los medios de prensa en general hacen consensuadamente entre sí cada día. El que las organizaciones campesinas, obreras, trabajadores del campo y la ciudad, intelectuales, universitarios, deportistas, etc., estuviesen en la dirección de los medios, imponía un cambio revolucionario en la FORMA Y CONTENIDOS de la prensa, y esto no por cambios de calidad informativa y exposición de ideas, SINO POR EL CONTENIDO DE ESTAS IDEAS que ya no iban en la cultura de la propiedad, el individualismo de pensar solo en sí mismos (luego el capitalismo y el individualismo feroz), sino del colectivo, del país como una organización social.
En los hechos concretos esta medida liquidó la concentración mediática y sus intereses de lobby económico y monopolio empresarial. Planteó la formación de informadores y divulgadores de ideas, como en los orígenes de la información (luego llamados periodistas), en que la necesidad de ser objetivos en la transmisión y de que ésta misma fuera real en los hechos acontecidos era la base, porque de ello dependía la vida misma de la sociedad de gentes en formación. El interés era al común, y no al individuo. La propiedad privada cambio esta relación, pero en el futuro volveremos a ser libres en el pensamiento, las ideas y cómo encarar las necesidades; y sin duda la prensa en todas sus formas tiene en ello un papel fundamental.
E.R., 16 09 09
Publicado en Voz Proletaria Nº 1560, el 17 de Septiembre de 2009.