Construcción y futuro político

Carlos López 12 de Agosto de 2015 | 12:00
Cuando se habla de construcción política, se piensa, sin muchas consideraciones previas, en el instrumento: un partido, frente o movimiento.
Cuando se habla de construcción política, se piensa, sin muchas consideraciones previas, en el instrumento: un partido, frente o movimiento. La experiencia política vivida en nuestro país estos últimos 12 años, con resultados efectivos para impulsar un cambio social a favor del pueblo, nos obligan –si no queremos fracasar- a pensar los fundamentos y las características de lo que debemos seguir profundizando. Nos obliga a profundizar y reformular el pensamiento político que guíe esta construcción. De esto va a depender que no repitamos vicios anteriores ni caigamos en esquemas gastados y fracasados, que nos llevarían a una nueva frustración.
Una cuestión que considero necesario introducir es el papel de la unidad y la organización en el proceso de construcción política para ser eficaces en la disputa del poder. Aquí el punto de partida es una cabal noción de la dimensión del enemigo a enfrentar. El verdadero enemigo de los intereses del pueblo y la nación argentina se ha hecho más complejo y poderoso a partir de la descomunal concentración de la riqueza en un doble proceso de saqueo: desde la clase rica del país hacia la mayoría pobre y empobrecida del pueblo argentino y desde los países centrales hacia la Argentina en su condición de país periférico. Saqueo que continúa y que la administración republicana de los EE UU y sus aliados del G7 parecen querer a todas luces profundizar. Y esto último responde a una lógica del capitalismo a nivel mundial, que para resolver el dilema de la acumulación (razón de ser del capitalismo) sin tener ya posibilidades de expandir territorialmente el sistema en el mundo ni promover el consumo de los excluidos sin afectar el reparto de los excedentes, recurre al saqueo desembozado de los países del Tercer Mundo apoyado en su poder financiero y militar. Por suerte han emergido estructuras que desafían ese poder internacional. Mencionamos los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), Unasur y la CELAC como los ejemplos a continuar por ese camino de unión y libertad, respetando la idiosincrasia de cada uno de los países que los integran, pero que se mancomunan en un mundo multipolar.
Desde el campo popular se trata de construir poder que permita modificar la relación de fuerzas existente en la actualidad. Pero esto no es posible sin promover de manera consciente, y por todos los medios al alcance, la organización social y política de los sectores populares. Porque está claro por demás que solamente con votos no alcanza. Y que por lo tanto, una propuesta política basada en el exclusivo posicionamiento mediático de un dirigente con la consecuente intención de voto resulta insuficiente e inconducente para seguir la senda que han impreso primero Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández de Kirchner.
Los votos legitiman, pero la legitimación es sólo un aspecto –por importante que sea- del poder que hay que construir.
Demás está decir, por otro lado, que la construcción de organización tiene un propósito múltiple: disputar poder, respaldar decisiones políticas surgidas de un gobierno popular del que somos parte o contribuir a conjurar los riesgos emergentes de una salida autoritaria de derecha. Por eso resulta irresponsable y poco serio cualquier planteo que sugiera que lo importante es ganar las elecciones y lo demás se hace desde un nuevo gobierno. Quien sostenga esto está totalmente equivocado.
Otro tema es el de la imprescindible unidad del campo popular, para sumar fuerzas suficientes tanto para mantener el gobierno con un programa que implique la continuación del modelo vigente, como para respaldar las decisiones políticas que lo han hecho realidad. Esto supone, esencialmente, una confluencia de las luchas y coincidencia de los reclamos de los sectores más pobres con buena parte de las capas medias. Una alianza de los del medio con los de abajo, a la que el poder le teme y tanto se esfuerza por evitar. Sin esta articulación social no se pueden imponer los intereses del pueblo, ni reconstruir un proyecto de nación.
Un tema que parece necesario atender, en relación a lo que estamos tratando, es el papel del factor tiempo y las coyunturas electorales en el proceso de construcción y acumulación de fuerzas. Lo primero que es necesario dejar en claro es que construir organización toma tiempo. Y que no se puede improvisar ni esperar resultados de la noche a la mañana, cuando estamos pensando en miles y miles de compañeros organizados en todos los frentes de lucha posible a lo largo de todo el país; o en formar cuadros o estructurar equipos de conducción con adecuadas formas de comunicación. El tiempo que insuma impulsar este tipo de construcción política será siempre variable, condicionado por la dinámica general del acontecer político y social y por lo acertado de la propia política de masas.
Por lo tanto, sin desatender a la coyuntura electoral, como la que nos puede tocar atravesar, en primer lugar es imperioso que cualquiera sea nuestro grado de participación en las elecciones, logremos que nos sirva para acumular fuerzas y no para fragmentarnos. En segundo lugar, tenemos que garantizar que no modificaremos la política ni el rumbo estratégico que nos tracemos por razones de especulación electoral.
Más allá de la velocidad con la que a veces se pueden desencadenar los acontecimientos en los procesos sociales, cosa que en gran medida está afuera de nuestra voluntad, hay que evitar la falsa creencia de que el asunto es llegar y después vemos. Porque una vez en el gobierno, nadie podrá hacer gala de lo que no construyó.
Como bien dicen las Madres, ni un paso atrás, es nuestra obligación pero también nuestro deseo, que cumplamos a rajatabla esta consigna. Muchas mujeres y muchos hombres, todos patriotas, desde el fondo de la historia como país hasta nuestros días nos inducen a seguir construyendo una patria para todos, sin oprimidos ni opresores, en unidad y libertad. Las futuras generaciones nos demandan que la cumplamos. Votar en octubre la continuación de este proyecto nacional, popular y democrático es nuestro deber, nuestra obligación y también nuestro deseo.
Fuente: Tiempo Argentino
Nuestro comentario publicado en TIEMPO ARGENTINO:
No nos es nuevo o por improvista novedosa, esta magnífica nota de Carlos López, que como cada cierto tiempo suele realizar por este importante medio de prensa escrita “TIEMPO ARGENTINO”. Sin embargo ésta tiene una cualidad especial en marcar como prioridad los tiempos después de las PASO en relación a los espacios que se han abierto, como confirmado, en las necesidades que surgen para afirmar el curso del progreso social de estos 12 años de gobierno nacional y popular, como exigencia que plantea sostenerlo partiendo de la necesidad imprescindible de profundizarlo.
Por eso el eje del proyecto del nuevo gobierno, que esperamos sea el de Scioli-Zanini, es la claridad política en relación a lo que exige el devenir de la historia del país, sus marchas y contramarchas. La ambigüedad madre de futura contradicciones, y también de lo antagónico a lo ya alcanzado que lejos de cuestionar para “cambiarlo”, hay que madurarlo, profundizarlo.
Carlos López en esta nueva nota plantea con claridad lo que hace necesario, imprescindible para realizar irreversible el curso del progreso en,: “formar cuadros o estructurar equipos de conducción con adecuadas formas de comunicación”, y como esto no se produce solamente,: “ganando elecciones” sino,: “Una alianza de los del medio con los de abajo, a la que el poder le teme y tanto se esfuerza por evitar”. Lo que hace al centro político, la necesidad imperiosa de esa construcción política aun no realizada en su composición e integridad. El tener claro como dice Carlos López: “Muchas mujeres y muchos hombres, todos patriotas, desde el fondo de la historia como país hasta nuestros días nos inducen a seguir construyendo una patria para todos, sin oprimidos ni opresores, en unidad y libertad”.
El actual curso electoral cada 4 años es una conquista democrática y parte de la democracia de una república que fundada sobre relaciones desiguales de las clases desde su fundación, hace 205 años, y en la que finalmente fueron los intereses de pocos, con el apoyo del poder externos, lo que abrirá posteriormente el camino defectuoso de la vida del país y donde las ideas motoras de los libertadores y el pueblo de aquella época es traicionado con la captura del poder político y económico de una alianza conservadora nativa con imperios coloniales como después en el Siglo XX con el imperialismo financiero que dominan la sociedad desde gobiernos de la oligarquía y corporaciones de turno. Salvo brevísimos espacios de tiempo con políticas nacionales y populares como los gobiernos de Perón y breve de Campora después.
El 25 de Mayo de 2003 con Néstor Kirchner y Cristina Fernández se inicia política y gobiernos que avanzan construyendo la Nueva Democracia pero arrastrando como contradicción principal el no haber podido cambiar y gobernar sobre la nueva era que ellos representan, sino sobre una Constitución de 1853, cosméticamente reformada, que poco y nada cambio desde su época manteniendo un sistema conservador que se traslada a la gobernabilidad y el funcionamiento de las instituciones como el del Poder Judicial, base conservadora del poder de entonces. Contradicción que fue superada por algunos años con la Constitución de 1949 donde se había avanzado profundamente en la Democracia Social necesaria y que las dictaduras cívico-militares y/o seudo gobiernos democráticos se encargaron fuera desconocida pero que ahora, naciendo con la fuerza de una nueva y joven nación, avanza en la justicia social y soberanía nacional, como exige todo parto en la naturaleza de lo que nace nuevo rompiendo el cascaron, se produce en la crisis, la muerte, de descompuesta sociedad seudo republicana federal, que se destruyó a finales del Siglo XX en la década perdida con el neoliberalismo hasta el 2001/2, como naciendo se reencontró con su historia 200 años después.
Carlos López encara en su nota desde el fondo mismo de una necesidad, decimos biológica del país, para resolver los problemas que necesariamente han de presentarse en la continuidad del verdadero cambio nacido al calor del 25 de mayo del 2003 cuando afirma, : “Por eso resulta irresponsable y poco serio cualquier planteo que sugiera que lo importante es ganar las elecciones y lo demás se hace desde un nuevo gobierno. Quien sostenga esto está totalmente equivocado”. Aclara panorama y sus complejidades internas y externa como también la nueva realidad del mundo que ha derrotado la hegemonía de la unipolaridad imperialista de los EEUU y sus aliados del G7. , “Y esto último responde a una lógica del capitalismo a nivel mundial, que para resolver el dilema de la acumulación (razón de ser del capitalismo) sin tener ya posibilidades de expandir territorialmente el sistema en el mundo ni promover el consumo de los excluidos sin afectar el reparto de los excedentes, recurre al saqueo desembozado”, claro y preciso pero en curso mundial de la historia donde el país no está ni solo o aislado, en que la integración regional aquella “la Patria Grande” de San Martin y Bolívar es una necesidad de sobrevivencia, sin duda, pero hoy apoyados en, “los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), Unasur y la CELAC como los ejemplos a continuar por ese camino de unión y libertad.
Para Carlos López, y quien este comentario escribe, la salida a esta crisis mundial del sistema que afecta a todos los países en desarrollo es mirando para adelante, por la construcción política nacional, regional y mundial empezando por abajo. Las elecciones no resuelven este problema de construcción, porque es allí donde se refleja y expresan justamente las limitaciones de una democracia a la que hay que profundizar desde la Constitución de una nueva nación, donde la política dirija la economía y no al revés como lo ha sido hasta ahora en gobierno conservadores.
Allí el papel del Partido que exprese en tiempo y espacio actuales lo irreversible del curso del progreso, va combinado con el ejercicio del poder de gobierno que abriendo las puertas y ventanas del edificio natural de la nueva sociedad sepa respetar, profundizando revolucionariamente, lo mejor e irreversible de lo ya alcanzado desde el 25 de mayo de 2003. Por ello, como dice Carlos López, votar en octubre con conciencia de clase es desenvolver el futuro hoy.
León Cristalli, director de la revista Internacional “CONCLUSIONES”