¿PLAN QUINQUENAL O REVOLUCION PERMANENTE?
Editorial del Nº 1 de «Voz Proletaria», junio 1947-
La Argentina, a pesar del desarrollo de la economía y de la industria, es
aún una semicolonia, porque depende en su base económica de la
producción agrícolo-ganadera y de la exportación de materias primas, y
porque está sometida a la gran industria y finanza del mercado mundial
imperialista. De esta situación, de su dependencia del imperialismo y por
el régimen de producción capitalista, deriva su atraso económico y surge
el bajo nivel de vida y cultura del proletariado y las masas pobres del
campo y la ciudad.
EL país está trabado en sus verdaderas posibilidades de desarrollo
económico, que haga posible un poder adquisitivo permanente y estable y
le permita con el desarrollo del mercado interno y el desarrollo constante
de la producción, levantando y extendiendo nuevas industrias,
asegurando un gran mercado interno, transformar las bases económicas
del país, en un gran país industrial. Única base sobre la que puede elevarse
el nivel de vida, de cultura y civilización histórica de las masas.
En escala cada vez mayor, esa es la situación de todos los países de Latino
América y para ellos, como para la Argentina, ese es el problema nacional:
romper el atraso histórico, romper el sometimiento al imperialismo y
realizar la revolución agraria para entrar en las vías del desarrollo de la
cultura y la civilización.
Burguesía nacional, oligarquía e imperialismo
Para la burguesía industrial nacionalista –con Perón como jefe- la solución
del problema radica en un plan quinquenal y en “producir, producir y
producir”. Como parte de esos planes entran los convenios comerciales
económicos, financieros y aduaneros y la exportación de capitales a los
países limítrofes. Con ello se asegura materias primas, mercado de
colocación de mercancías, ventajas en las tarifas y convenios aduaneros e
inversión de capitales, etc.
Radicales, conservadores, socialistas y anarquistas, dependientes
ideológica, económica y comercialmente del imperialismo yanqui en
especial (inglés en menor grado) arremeten contra el plan, el “producir”,
los convenios, etc; y pidiendo la cabeza de Perón expresan
simbólicamente con ello querer destruir los planes de la burguesía
industrial nacionalista. Ésta somete todo el desarrollo y extensión de la
industria y de la economía en general, a su propio y particular interés,
sintiéndose y obrando como nueva dueña del país, en reemplazo de la
vieja oligarquía terrateniente y vacuna. Asentándose sobre la base del
peso de su desarrollo industrial, económico, financiero y su dominio
político, busca establecer nuevas bases de relaciones y dependencia con el
imperialismo. Especula con su fuerza para redistribuir y sacar mayor
proporción en el reparto de la plusvalía que deja la explotación nacional
del país. Ese es su programa nacional, para su problema nacional.
Los viejos sectores de la burguesía del país no pudieron ni pueden
acomodarse con la reestructuración de la economía, con su desarrollo,
con los convenios, los planes, la inversión de capitales, etc., y a quienes el
desarrollo industrial los relega a su sometimiento para la cuota de la
plusvalía de la explotación del país, que son los sectores del campo, del
comercio, de las finanzas, exportadores, importadores, etc., ligados por
mil lazos e intereses al imperialismo, se expresa más directamente por
boca de radicales, socialistas, conservadores, demócrata progresistas, y
muchas veces, directa e indirectamente por los comunistas. Junto a los de
sus propios intereses, son voceros del imperialismo en su puja común de
tratar de impedir, detener o desviar el proceso de desarrollo económico
industrial, y el fortalecimiento de la burguesía industrial nacionalista. Por
eso, detrás de sus gritos y campañas de “libertad de producción y
comercialización”, “lucha contra la tiranía”, de su apoyo a los sindicatos
“libres” y a su democracia, está la defensa de sus intereses económicos,
que se resisten a ser relegados y que pujan inútilmente para reconquistar
el dominio político perdido. El imperialismo –el yanqui en especial- con
mayor libertad de movimiento político y económico que sus agentes –
socialistas, conservadores, radicales-, sin dejar de apoyar ese juego de
oposición, mientras presiona con ellos el gobierno trata de sacar la mejor
ventaja de la situación con nuevas reinversiones de capitales, defender las
que existen y obtener garantías para las nuevas colocaciones. No
pudiendo parar el desarrollo de la economía y de la industria,
aprovechando la retirada cada vez mayor del imperialismo inglés, trata de
introducirse en ella, buscando nuevas fuentes de explotación y formas de
someterla a su interés y dominio general.
El partido comunista, representando el interés político de la burocracia
soviética, reflejando el peso y la presión política de su composición social
y la lucha de la burocracia soviética contra el imperialismo mundial,
demostrando su servilismo burocrático y su programa de oportunismo, de
reformas, de engaños y traiciones al proletariado, y de su política
burguesa de colaboración de clases, ayuda a ocultar, esconder, confundir
y engañar al proletariado, a no clarificar sus propios intereses ideológicos,
políticos, revolucionarios del programa nacional de la REVOLUCION
PERMANENTE, e internacional de la REVOLUCION PROLETARIA; agitando
la ilusión y esperanza en una ”solución nacional democrática”. Por eso,
directa o indirectamente, ayudan por momento objetivamente al
imperialismo con sus Roosevelt y Wallace, por momentos a la burguesía
industrial nacionalista. La inestabilidad política de la burocracia soviética,
debido a su miedo a la Revolución Proletaria y al Imperialismo, es la
propia inestabilidad del partido comunista.
Perón y la dictadura del proletariado
La burguesía industrial debe desarrollar su plan entre la presión del
imperialismo, de la oligarquía y del proletariado. Al conjunto de la
burguesía del país intenta constantemente nuclearla a su lado, ganar
nuevos sectores, animándolos, estimulándolos a someterse a su
programa, para ofrecer así menos blanco y estar en mejores condiciones
para negociar con el imperialismo. Pero al proletariado se dirige
intentando crearle la ilusión de que con su esfuerzo, sacrificio, mucha
producción y su mucho rendimiento en el trabajo, con no provocar
huelgas, etc., se edificará una “gran Nación”, se liberará de la sujeción al
imperialismo y se solucionará el programa nacional. Se elevará su nivel de
vida, se eliminará la crisis y habrá trabajo y felicidad permanente. Intenta
atraer su atención para agitarle la falsa perspectiva en la solución de una
“salida nacional” a su propio problema de clase explotada, identificando el
reforzamiento de su estado capitalista como conveniente a los intereses
revolucionarios del proletariado. Intenta así desviarlo de su ideología de
clase, para someterlo a la ideología de la burguesía. Intenta despertar en
él una solución particular y nacional de un régimen y sistema que se
derrumba por podrido.
Pero a pesar del carácter atrasado del país, del desarrollo concreto de su
economía y del carácter peculiar de América Latina, el problema nacional
de la Argentina y de Latino América, es el problema de la destrucción del
régimen capitalista. No hay ni puede haber una solución nacional ni al
problema del desarrollo y la transformación industrial del país, de la
creación de su gran mercado interno, de la creación de un gran Estado
Nacional -“una gran Nación”- ni a la liberación del proletariado. La
burguesía lo sabe, pero trata de ganar tiempo confundiendo al
proletariado mientras ella se fortifica económica y políticamente.
Estas tareas nacionales del país se deben realizar dentro de la crisis total y
general del régimen capitalista. La crisis del sistema no tiene solución
nacional. La estructuración y dependencia de cada país a la competencia,
mercado y la división mundial del trabajo es terminante. La humanidad se
asfixia encerrada en el régimen capitalista y necesita una salida inmediata.
La sociedad socialista es cada vez más una imperiosa exigencia de vida o
muerte de la Historia. El proletariado y las masas pobres de Europa y Asia
buscan con la toma del poder y su dictadura de clase, esa salida.
La burguesía mundial y cada burguesía nacional dentro de las
contradicciones del régimen –salvaguardándolo- intentan darle su propia
salida. La expansión del mercado mundial de la economía ha terminado
desde la guerra de 1914. Dentro del régimen capitalista y para la
explotación de la propiedad privada, el desarrollo de la economía de
cualquier país atrasado choca con la fuerza, el dominio y la supeditación al
mercado mundial cuyo dueño es el imperialismo. No solo a la América
Latina sino al mundo entero el imperialismo intenta dominar.
Acaudillando a la burguesía mundial prepara una nueva guerra contra la
Unión Soviética para intentar destruir las conquistas fundamentales que
restan de la Revolución Rusa de 1917 y que la criminal burocracia soviética
no ha podido destruir, que es la propiedad nacionalizada. Con ello intenta
dar un respiro al régimen capitalista, colonizándola y restaurando la
propiedad privada en la URSS. El imperialismo yanqui intenta así limpiar el
camino para su dominio mundial. Tal solución sería un retroceso profundo
para la economía, la cultura y la civilización humanas. Pero esta es la
época de la revolución proletaria. El problema nacional está
inseparablemente unido al desino mundial de la revolución proletaria, a la
dictadura del proletariado y al socialismo. El proletariado en sus
movimientos de clase busca instintivamente esa salida revolucionaria. Por
eso la burguesía nacional esquiva el problema. Esta realidad que está
pegada a sus intereses económicos de clase, que la ve y la vive, se eleva a
su mente y forma de conciencia política. Por eso en la oposición al
imperialismo limitó y limita, no solo sus objetivos económicos, sino el
carácter de sus movimientos y la orientación de su oposición política,
evitando todo lo que pudo y pueda darle un sentido revolucionario. Ella
solo lucha por sus intereses y por su propio programa de clase. Hizo del
problema nacional una abstracción económica para engañar al
proletariado y a las masas pobres del campo y de la ciudad. Ella no es ni
puede ser revolucionaria. El peso social y la fuerza de clase del
proletariado y la época de derrumbe del capitalismo y sus intereses
capitalistas se lo impiden. Teme al proletariado enormemente más que al
imperialismo a quien lo une intereses comunes de régimen y de sistema
de explotación humana. Pero con el proletariado lo separa el fundamental
y decisivo antagonismo de clase. Ella necesita consolidar su régimen
capitalista. Esa es la base de su problema nacional. El proletariado por su
propia subsistencia y expresando el interés histórico de las masas pobres
del campo y de la ciudad, debe unir la solución del problema nacional a la
destrucción del sistema capitalista. Por eso la burguesía nacionalista
somete el problema nacional a su propio programa y a su política de
trabajar y producir, de realizar planes que la fortalezcan y se afirme ella y
su régimen de explotación capitalista. Por eso ella le da una “solución
económica”. Pero el proletariado somete el problema nacional a su
programa revolucionario de la lucha de clases por su dictadura de clase y
por el socialismo.
El problema nacional y la Revolución Permanente
El problema nacional de la Argentina es el problema de toda Latino
América. En el sentido histórico de países atrasados y oprimidos, sujetos al
dominio del imperialismo y unidos por la geografía y un lenguaje común.
Obedeciendo a una natural imposición geográfica, la burguesía industrial
nacionalista del país, llevada por su desarrollo económico, necesitando
salir del pequeño y comprimido mercado argentino, se dirige a América
Latina impulsada por esa necesidad de explotación capitalista, trata de
atraer a su lado a algunas burguesías latinoamericanas, utilizando los
tratados, convenios, etc. espera ofrecer así más resistencia a la presión del
imperialismo yanqui, pero al mismo tiempo para extender el límite de
explotación de sus capitales, mercados, etc. Pero para hacerlo y para su
interés de explotación capitalista de ganancias debe enfrentar el dominio
del imperialismo yanqui con sus 16.000 millones de pesos invertidos en
América Latina y al entrelazamiento y supeditación de Latino América a su
mercado comprador y vendedor y del cual ella misma no puede
desprenderse. La burguesía nacionalista por eso aquí también limita sus
aspiraciones, intentando complicar al proletariado en su empresa,
pervirtiendo su ideología y perspectiva de clase, para dificultar la visión
del problema histórico nacional con la perspectiva de una Argentina como
gran estado dominador de Sud América y cargando al proletariado y las
masas pobres el costo de su engrandecimiento y usando todos los
enormes recursos de la economía para su provecho particular y de
régimen.
Pero ésta es la época del dominio mundial del imperialismo; de la
imposibilidad del ensanchamiento mundial del mercado capitalista y de
la creación de nuevos y grandes mercados nacionales y estados
nacionales. Esta es la época de la revolución proletaria.
Estos países de Latino América no podrán transformar su atraso histórico,
ni nacionalmente ni dentro del régimen capitalista, para crear su gran
mercado y su gran estado nacional. Las causas del atraso no son sólo
debidas a las atrofiadas estructuras económicas desarrolladas de acuerdo
a los intereses económicos, financieros y políticos del imperialismo
mundial, a las economías agrarias y semifeudales, por sus consecuencias
demográficas; por el interés particular de cada burguesía nacional en la
explotación capitalista sometidas al mercado mundial de la economía y a
la división mundial del trabajo, sino que la causa fundamental reside en el
régimen y la forma de producción capitalista.
Así, el dominio del imperialismo y la existencia de los sistemas de
explotación agraria feudales y semi feudales en general, que determinan
la tarea de la expulsión del imperialismo y la Revolución Agraria para
encaminar al país a salir de su atraso, chocan inmediatamente para ese
desarrollo con el régimen de la propiedad privada y con el sistema de
explotación capitalista. De esta realidad surge la necesidad de realizar en
forma combinada, sin etapas intermedias, las tareas del problema
nacional y las tareas dela revolución socialista, como parte nacional de la
REVOLUCION PERMANENTE en Latino América. Este es el único camino
verdaderamente progresivo para sacar al país de su atraso histórico y
porque de ello depende su propio futuro y por su fuerza e independencia
de clase, el proletariado es el conductor irreemplazable de las masas
atrasadas en la revolución.
Para el cumplimiento de esta necesidad histórica en el país, debido a la
falta del Partido Revolucionario de la CUARTA INTERNACIONAL que
oriente y conduzca esta lucha, le ha permitido a la burguesía industrial
canalizarla para su provecho particular a costa de las necesidades reales
de su desarrollo revolucionario. Pero demostró su impotencia histórica
reemplazando el programa y la política revolucionarias de las tareas
nacionales de expulsión del imperialismo, de la Revolución Agraria, por
medidas y maniobras financieras, reemplazando la expropiación sin
indemnización por compras en tres veces su valor, por acuerdos
comerciales en general. Reestructuró el aparato del estado para que le
sirva directamente como agente financiero, jurídico, político, sintetizando
todo su programa en el PLAN QUINQUENAL, que tiende a fortalecerla y
afirmarla, pero que es un ESCAMOTEO HISTORICO a las necesidades y
posibilidades de transformación económica del país para el cumplimiento
delas tareas nacionales.
Su plan quinquenal se asienta en las medidas financieras anteriormente
adoptadas de nacionalización del Banco Central y de regulador exclusivo
del crédito bancario, del control y cambio, del proteccionismo aduanero,
de la repatriación de la deuda externa y su conversión en interna, así
como de otras medidas financieras. El Plan tiene como finalidad esencial
desarrollar la industria, usando el aparato del estado como regulador,
controlador y estimulador de la economía. Con ello intenta hacer frente al
mercado mundial de la economía, incluido el mercado interno. Dirige
todos los recursos y posibilidades económicas del país para defender su
industria de la competencia mundial y llegar a acuerdos con sectores del
imperialismo, pero determinado por su interés de explotación capitalista,
sólo puede hacerlo a costa de las enormes posibilidades de desarrollo real
y por lo tanto sometido a su propio interés particular la elevación del
nivel de vida, de cultura y de civilización del proletariado, el campesinado
y las masas pobres del campo y la ciudad.
Así el desarrollo económico y las posibilidades de transformación
industrial del país sirven fundamentalmente para la acumulación y
concentración del capital de la burguesía industrial nacionalista. Esta
concentración le da la posibilidad de que, sin dejar de ser el país una semi
colonia, busque, como exportadora de capital de poca cuantía, acoplar la
economía a algunos aspectos de algunos países limítrofes con la suya,
para defenderse mejor de la presión económico-política, directa o
indirecta, del imperialismo yanqui. Su interés capitalista, su temor al
imperialismo, pero mucho más al proletariado, su dependencia del
régimen capitalista, la lleva a esa su solución particular del problema
nacional.
Sobre las bases del régimen capitalista no hay salida para el
estancamiento histórico de estos países de Latino América. Este es el
punto de partida para las perspectivas del problema nacional para el
proletariado y las masas pobres del campo y de la ciudad.
Los Estados Unidos Socialistas Soviéticos de Latinoamérica
La solución para sacar a estos pequeños países de América Latina de su
atraso histórico es la planificación de la economía y de su producción. Ese
será el camino para que sobre bases socialistas se construya en conjunto
el GRAN MERCADO NACIONAL y con ello su GRAN ESTADO NACIONAL
creando la FEDERACIÓN SOCIALISTA SOVIÉTICA DE AMÉRICA LATINA. Esta
Federación como parte del proceso de la Unidad Socialista Soviética del
continente americano en el desarrollo mundial de la REVOLUCION
PERANENTE para la construcción y unidad socialista del Mundo. Estas son
las tareas de la Revolución Permanente en Argentina y América Latina y la
única forma de resolver el problema nacional. Aquí también en el país la
producción debe ser planificada inmediatamente desde el punto de vista
nacional, pero como parte de esa planificación latinoamericana, que
consulte el interés y necesidad inmediata e histórica de las masas de
Argentina y América Latina; que sirva a los intereses de la planificación
socialista de Argentina y Latino América. Sólo por ese camino se saldrá del
atraso y se elevará realmente el nivel de vida, de cultura y de civilización
del proletariado y las masas pobres, doblemente explotadas por el
imperialismo y la burguesía nativa.
La evidencia que bajo las manos de la propiedad privada, del régimen
capitalista, no puede transformarse la economía del país está en la misma
burguesía industrial, llevada por su programa de desarrollo económico
tuvo que entrar en la vía de la nacionalización; pero atendiendo a su
particular interés de explotación, hizo comprar por el Estado –pero se lo
pasa a manos de capitalistas privados- teléfonos, ferrocarriles, etc. Con
ello truncó las enormes posibilidades del poderoso desarrollo de la
economía y cargó sobre los hombros del proletariado el peso del costo.
Los ideólogos y agentes políticos, los propagandistas de la burguesía
industrial pretenden engañar al proletariado con su gritería: “tenemos
nacionalizado el Banco Central, que es una medida conveniente para el
desarrollo de la economía”; “compramos los ferrocarriles, los teléfonos”;
“tenemos el plan quinquenal”. Qué banco? Qué ferrocarriles, qué
teléfonos? Y para quién es la producción? Sí, ya no los tiene el
imperialismo, pero tampoco el proletariado!
Son medidas y compras hechas para pagar con la sangre del proletariado,
para fortificar los intereses del desarrollo económico de la burguesía. Para
que sirvan realmente a los intereses del pueblo, el proletariado debe
exigir su nacionalización, expropiándolos, no pagando ni indemnizando un
centavo por ellos y quedando bajo la absoluta administración obrera.
La burguesía industrial y sus ideólogos, intentan paralizar la perspectiva
de clase del proletariado con el plan quinquenal y el desarrollo
económico. Pero desarrollo económico no significa transformación
económica del país, ni elevación del nivel de vida histórico de las masas. EL
desarrollo económico permite trabajar más intensamente y a mayor
cantidad de personas de una misma familia y con eso hacer frente a la
carestía de la vida; por eso es estricta y limitadamente temporario. Dentro
del régimen capitalista, no hay solución; el camino para hallarla es ir a sus
raíces, atacar al sistema capitalista, al sistema de propiedad privada, ir a
la expropiación de las empresas imperialistas. De las grandes empresas de
servicios públicos, de producción de los consorcios financieros, de las
grandes industrias, de los monopolios, del sistema bancario y de seguros;
para nacionalizarlos sin indemnizar ni un cobre, porque así lo exige el
interés de vida del proletariado y las masas pobres del campo y de la
ciudad.
Indemnizar sería lo contrario: una carga permanente que pesaría sobre el
costo de producción, sobre los precios, sobre la vida del pueblo. Pero ser
expropiado y administrado, no por la burguesía, porque ella lo hará de
acuerdo a sus intereses de conjunto de clase, de régimen y de sistema.
Debe pasar a manos del propio proletariado para que su sindicato y
gremio lo administre, de acuerdo a los intereses generales del
proletariado y las masas pobres del campo y la ciudad, bajo el control y la
participación de toda la clase obrera, a través de libres y democráticas
asambleas, de agitación y propaganda, con derechos y deberes para todas
las tendencias ideológicas del proletariado a intervenir.
Debe realizarse la REVOLUCIÖN AGRARIA. Pero la burguesía es impotente
para realizar todo esto. Sin la REVOLUCIÓN AGRARIA no hay amplio y
seguro mercado interno. La medida exige que se expropie a los
latifundistas, a los monopolizadores de la tierra y la explotación del
campo, parta repartirla a quien la trabaja, otorgando créditos sin interés,
anulando toda la deuda de los campesinos, vendiéndoles semillas a bajo
precio, facilitándoles maquinarias, etc. Los cientos de millones que
parasitariamente extrae cada año de la renta que deja la explotación de la
tierra, de la producción –el imperialismo, los consorcios financieros, los
bancos, los terratenientes- servirán para impulsar y asegurar la
producción , agrandar y estabilizar el mercado interno y desarrollar las
bases reales para la transformación industrial del país. La renta
capitalizada ha soldado al capital financiero e industrial como dueños de la
tierra, por eso la burguesía industrial no tiene ni puede llevar a cabo esa
medida para crear y estabilizar su propio gran mercado interno. No puede
hacerlo porque no puede ni tiene interés en ir contra el sistema de
propiedad privada, y porque del sistema de explotación semi-feudal del
campo extrae ella enormes ganancias por medio de la renta capitalizada.
Y sin entrar a expropiar y nacionalizar sin indemnización y bajo la
administración obrera, sin atacar al imperialismo y a la burguesía, para
poner la economía verdaderamente al servicio del verdadero pueblo, que
es el proletariado y las masas pobres del campo y la ciudad, el desarrollo
de la economía sólo llenará la bolsa de la burguesía, a costa de la sangre y
sudor de las masas.
El proletariado y Perón
Es a la realización de estas tareas que el proletariado, obedeciendo a su
instinto de clase, se movilizó al responder al llamado de Perón. Al darle su
apoyo, al ir contra las consignas antiimperialistas y anticapitalistas (aún
deliberadamente confusas y débilmente expresadas) anunciaba tras qué
perspectiva iba y qué buscaba. Con ello dio salida a su instinto histórico de
clase. El grueso del proletariado se incorporó a la industria desde 1935 y
despertando su sentimiento y conciencia nacional, intentó imprimir con su
peso una dirección revolucionaria a la solución de los problemas
nacionales planteados. Pero con ello mostró la primaria ilusión de
encontrar su dirección revolucionaria en su enemigo de clase.
Evidenciando su poderoso instinto histórico de clase en el impulso con
que apoyó al juego demagógico anticapitalista y antiimperialista de Perón,
señalaba su profundo deseo revolucionario y qué perspectiva tomaban sus
aspiraciones.
La burguesía industrial nacionalista hábilmente condujo la expectativa e
impulso del proletariado a que desembocase en las elecciones del 24 de
febrero para que volcara en las urnas (a su favor) sus energías
revolucionarias despertándole ilusiones reformistas para luego someter su
movimiento y perspectiva en la supeditación al aparato del Estado, a la
autoridad de la burguesía. Fue un golpe para las masas, que sofrenó su
impulso, se le hizo entender que no era cuestión de atentar contra la
propiedad privada, “despojar” al imperialismo, y atacar al sistema
capitalista. Esta detención de su impulso se reflejó y refleja distinta y
gradualmente en la conciencia de las distintas capas del m proletariado.
Los sectores más avanzados no se repliegan. El golpe los sacude en su
conciencia y comienzan a mirar mejor, a ver y valorar la experiencia
recibida. Debido a la falta de un partido revolucionario comienzan a
buscar y valorar a sus organismos sindicales, como sus instrumentos de
lucha directa. Acuden a ellos con otro sentido. Antes del 24 de febrero,
abierta la esperanza al engaño y la ilusión, los sentía más bien como
intermediarios para resolver sus problemas. Confiaba en cierto modo en
la dirección política de la Secretaria (de Trabajo) y de Perón. No sentía la
necesidad de ir más lejos.
Los obreros no podían alcanzar y comprender los objetivos y fines de la
política de Perón. Sin partido ni dirección revolucionaria, lógicamente
debían ser confundidos, engañados por la política de concesiones
económicas acompañadas por la campaña de justicia social y algunos
ataques al imperialismo; ciertas medidas efectivas contra algunas
empresas y patrones aislados, para imponer los decretos de aumentos de
salarios y el aguinaldo, etc., hechas para salvaguardar su política general,
no sólo para sus roces con el imperialismo sino para imponerse a la
resistencia, el temor, la falta de comprensión o interés por su política
general de parte de algunos sectores de la burguesía, contribuyó a
engañar al proletariado. Pero, mucho más fue engañado por la política
burguesa e imperialista de socialistas y comunistas que así ayudaban a
impedir la clarificación ideológico-política del proceso revolucionario en
que intervenía el proletariado y su empuje antiimperialista y
anticapitalista. La experiencia ahora reemplaza a la ilusión primaria, su
confianza política cambia el curso y la dirige a su propia clase, a su propia
fuerza, a mirarse a sí mismo. Ve que necesita imponer en el sindicato sus
deseos. Busca un nuevo camino para dirigirse a las mismas perspectivas
que cuando las creyó encontrar apoyando a Perón. Busca en realidad lo
mismo, una dirección, un programa, un partido propio, revolucionario. El
desarrollo del proceso de transformación de su instinto en conciencia
política, lentamente va dando a su experiencia una visión política de clase
más clara.
Lenta, en forma desigual, en pequeñas capas, ese es el proceso que se
verifica. Su repliegue al movimiento sindical no es pasivo, sino activo,
luchando (cada vez más y en más gremios) y resistiendo la presión de los
burócratas sindicales, de la Secretaría y del mismo gobierno, para elegir a
los representantes sindicales de acuerdo a sus deseos; acudiendo a sus
resoluciones de asamblea, antes que a las directivas de la Secretaría de
Trabajo y Previsión y la burocracia, demuestra su desconfianza en
resoluciones que no sean las suyas. Este proceso ininterrumpido que parte
del apoyo total a Perón, hasta darle un sentido más consciente y de clase a
sus reuniones sindicales, a las resoluciones de asamblea, a no seguir las
directivas políticas del gobierno, y en cambio oponer las suyas de mejores
condiciones de trabajo y salarios, etc. Este proceso es lento, aun no es
claro, pero ese repliegue es el índice (en su etapa primaria) de un cambio
político en la conciencia de las masas, que se verifica en sus pequeñas m
capas más conscientes. Lo que impide su mayor desarrollo, extensión y
profundidad y una amplia clarificación revolucionaria es la ausencia de
una dirección revolucionaria y las condiciones objetivas del desarrollo
económico y una cierta capacidad aun de maniobra económica por parte
del gobierno.
Cuando el proletariado respondió al llamado de Perón a resolver el
problema nacional, lo hizo poniendo instintivamente sus propias
aspiraciones; lo unía a su interés de clase, veía el problema nacional como
sus propias necesidades de clase. Con ello demostraba cómo entendía la
solución del problema; instintivamente se adelantaba a lo que la
experiencia le confirmaría.
Ahora comienza a ver y sentir la necesidad de un cambio político. En su
proceso de maduración y clarificación que le da la experiencia, liga más
estrechamente sus problemas diarios y permanentes de la fábrica, del
taller, del aumento del salario y de las condiciones de trabajo con el de la
dirección política. Comienza a sentir que el problema nacional está ligado
al de su vida, pero que tiene otra dirección y otra perspectiva que las
fijadas por la burguesía industrial nacionalista; que requieren otro
programa y otros medios de lucha. En estas condiciones se enfrentan a la
inconciencia política del proletariado el programa del plan quinquenal con
el de la REVOLUCION PERMANENTE aun no viendo el sentido concreto de
la política burguesa de Perón, pero midiendo sus resultados por la
experiencia, con cautela, lentamente, engañado, confundido por todos
lados (del lado imperialista, oligárquico, comunista, socialista, peronista)
el proletariado demuestra que su impulso histórico no se detiene.
El proletariado, en sus más pequeñas y conscientes capas, masticando la
experiencia adquirida, busca desde el movimiento sindical otros medios y
caminos de lucha que él pueda controlar y dirigir más directamente –aun
para presionar al mismo gobierno-. Comienza a mirarse a sí mismo, a
sentir su fuerza y valorarla. En este principio de deseo de cambio político
está expresado que busca un partido, un programa y una dirección
revolucionaria.
Necesita desarrollar su conciencia política de clase para que vea claro
cómo su propio interés está inseparablemente unido al destino histórico
del país. Que la lucha y solución de las tareas del problema nacional están
inseparable y dialécticamente unidas al programa de la revolución
proletaria y la Dictadura del Proletariado y que estas tareas de la
REVOLUCION PERMANENTE solo él puede y debe dirigirlas. En este
camino, aun en general está solo; pero por el carácter de la época y su
peso social es la fuerza política más decisiva. Por eso todos los partidos se
refieren a él, hablan por él buscando su apoyo. Pero ninguno de ellos
depende, ni su programa es el de sus intereses históricos revolucionarios
como constructor irremplazable de la sociedad socialista, ni de sus
inmediatos intereses revolucionarios de clase. El proletariado busca y
necesita su partido de clase. La solución de todos estos problemas
históricos se dan en el plano internacional. Nuestro programa es el de la
CUARTA INTERNACIONAL, que sintetiza el programa que necesita el
proletariado para su liberación histórica y mundial. ESE SERÁ EL
PROGRAMA DEL PROLETARIADO DELPAÍS.
Para el programa nacional y latinoamericano, para las tareas de la
REVOLUCIÓN PERMANENTE en estos atrasados países, le ayudaremos a
clarificar y desarrollar su conciencia ideológica y política, para separar y
obrar, tanto económica como política y organizativamente, de acuerdo a
sus intereses revolucionarios de clase. Para responder a sus intereses
inmediatos históricos y tener conciencia de ser el caudillo del país
atrasado y sometido al imperialismo que debe conducir, acaudillar y
realizar las combinadas tareas del problema nacional, fundidas en el
programa de la REVOLUCIÓN PROLETARIA y la DICTADURA DEL
PROLETARIADO, por medio de la REVOLUCIÓN PERMANENTE y por la
construcción de la SOCIEDAD SOCIALISTA.